Para cualquier interpretación simultánea de más de hora y media son necesarios dos intérpretes. ¿Qué hace el segundo intérprete para ayudar a su compañero mientras no está trabajando?
La mayor parte del tiempo la respuesta es bien sencilla: simplemente estar allí. Por lo general, un intérprete puede trabajar solo durante los 20-30 minutos que dura su turno y ese respiro es esencial para su compañero. La interpretación es un ejercicio mental muy intenso, por lo que es necesario hacer pausas para descansar las neuronas. Cada intérprete tiene su forma de hacerlo: ojear el periódico, leer correos o cualquier otra actividad que le sirva para desconectar un momento.
No obstante, aun en los momentos de descanso, un buen compañero de cabina seguirá estando atento a su compañero para reaccionar de inmediato si tiene que buscar algún término o apuntar alguna cifra, solucionar algún problema técnico o sustituirle rápidamente si muestra señales de cansancio. Y hay ocasiones en las que resulta imprescindible implicarse de forma muy activa mientras tu compañero está interpretando: cuando el tema es extraordinariamente técnico o te encuentras con un ponente endiablado, por ejemplo.
Aunque su labor no siempre sea activa, el papel del compañero de cabina es fundamental para la calidad del trabajo. Ayuda tener una buena relación. Hay que tener en cuenta que se trata de dos personas que tienen que convivir juntas en un espacio de dimensiones reducidas ocho horas al día. Ayuda mucho que tu compañero, además de eficiente, sea una persona relajada, capaz de dejar su ego en la puerta de la cabina, una persona solidaria y empática, que sepas que va a ayudarte si en algún momento lo necesitas.
Para nosotros, el nivel personal es fundamental y solo trabajamos con profesionales que saben trabajar en equipo y que entienden que la calidad de un servicio de interpretación depende de que se den las condiciones adecuadas para que ambos intérpretes den lo mejor de sí.